UN
PROGRAMA COMPLETO DE EJERCICIOS PARA DESPUÉS DEL PARTO.
Recupera
la forma física y estrecha vinculos con tu hijo.
El pequeño centro de poder de mama
<< No imaginaba que los
bebés pudieran llorar tanto. No tenía la menor idea de dónde me había metido.
Para ser sincera, llegué a pensar que las clases de pilates con bebes no eran
lo mio,pero a dia de hoy me encanta trabajar con ellos y sobre todo con sus
mamis>>.
La colchoneta en su sitio, la botella de agua, dos toallas y música
suave. Estás preparada para dar la bienvenida a tu pequeño compañero de
fatigas. Te colocas en posición, pones al bebé en la colchoneta y... ¡Vaya
hombre!, el pobrecito echa a llorar. ¿Y ahora qué?.
A menudo basta un poco de flexibilidad, calma y creatividad para
despertar su interés y conseguir su colaboración. En esta entrada
os ofrecezco algunas directrices generales y consejos más específicos para
seducir a tu hijo en la práctica de PILATES. Es muy fácil. Se trata simplemente
de adaptar el ritmo y el tono de los cambios a su siempre inestable estado de
ánimo. Tu misión aquí es crear una atmósfera atractiva para el niño sin que
ello perjudique la realización de un trabajo óptimo. Conseguirlo es un acto de
equilibrio. Te ahorrarás muchas decepciones si reconoces desde el principio que
no es algo que puedas controlar completamente. Con un bebé es imposible
predecir lo que puede ocurrir de un momento a otro. Por una parte, toda
actividad física te ofrece, y también a tu hijo, una nueva aventura. Su
compañía te garantiza que los ejercicios nunca serán demasiado rutinarios. En
realidad, la flexibilidad implícita en la práctica te invita a ser espontánea y
juguetona con él. Nada es más reconfortante para ambos que la diversión compartida.
Puedes ser tan creativa y sugerente como quieras mientras interactúas con tu
bebé. Canta, bésalo, nombra las partes del cuerpo o muévete al compás de una
canción de cuna al tiempo que realizas los movimientos de Pilates. Dicho de
otro modo, considéralo como un tiempo de juego y de trabajo al mismo tiempo
para ti y para tu hijo, algo así como una actividad multitarea.
El tiempo lo es todo
La primera regla es estar atento a los cambios constantes del bebé en su estado de ánimo y sus necesidades. Los recién nacidos pueden disgustarse, sentirse incómodos, tener hambre, estar mojados, somnolientos, distraídos o desconcertados siempre con arreglo a su reloj biológico. Nuestro programa de Pilates debe estar invariablemente subordinado a sus exigencias. El tiempo lo es todo. No planifiques la práctica cuando tu hijo tiene hambre o se está preparando para dormir un poquito (éste puede ser un momento ideal para hacer ejercicio tú sola o aprovechar, al igual que él, para dormir un poco). La mayoría de los niños pequeños disfrutan de un período de tiempo durante el día en que están más despejados y se muestran más sociables; algunos, a primera hora de la mañana, y otros después de la siesta de media tarde. Las madres lactantes tal vez prefieran dar de comer a su hijo antes de empezar los ejercicios para evitar las desagradables molestias derivadas de unos senos a reventar de leche. Si tienes que interrumpir los ejercicios para alimentarlo o cambiarle el pañal, puedes reanudar la rutina de inmediato. Espera un poco para que el niño haga la digestión; de lo contrario podría vomitar.
Algunos días son mejores que otros
Es importante conservar el sentido del humor y la predisposición para improvisar durante los ejercicios para que la experiencia de Pilates con el niño sea lo más satisfactoria posible. Habrá días en los que al principio se mostrará reacio a elevarse o rodar contigo en la colchoneta, para luego seguir practicando cuando ya estás exhausta. Otros días sólo querrá repetir un movimiento una y otra vez, ad nauseam, como por ejemplo << Rodar con una pelota>>, pero nada más. Podrías tumbarte boca arriba, hacer muecas divertidas, darle un masaje en las extremidades y cantarle una canción, y aun así no conseguirías que dejara de llorar.
Requisitos mínimos
Cuando tu hijo dice basta, deberías por lo menos intentar la<< Serie de Estómago>>. A decir verdad, te sugeriero que forme parte de tu hábito diario, ya sea tú sola o con tu bebé. Con un poco de brío, en cuestión de cinco minutos puedes realizar este grupo de cinco o seis ejercicios abdominales. En cualquier caso, y dependiendo de su estado de ánimo, es posible que tengas que combinar y adaptar tu rutina en caso de que el niño parezca estar disgustado. Con el tiempo descubrirás qué ejercicios prefiere hacer contigo y serás capaz de prolongar la sesión alterando la secuencia de los movimientos para que se sienta a gusto y feliz. La flexibilidad es fundamental. Evitará que te sientas frustrada y enojada. Recuerda asimismo que sólo necesitas hacer diez o menos repeticiones de cada ejercicio; más podría amenazar la integridad de tu alineación. Por otro lado, diez repeticiones con concentración y alineación son preferibles a cien bruscas, irregulares y precipitadas.
El dúo dinamico: De la mano de tu hijo
Sin pronunciar una palabra, el bebé es capaz de comunicarte sus deseos, necesidades e intereses. Cuando sonríe o frunce el entrecejo, te mira a los ojos o a otra parte, gorjea o da grititos te lo está <<diciendo>> todo acerca de su estado de ánimo y <<pidiéndote>> que le respondas. Durante el ejercicio, presta atención a lo que dice y honra a sus mensajes con una réplica. Tu hijo sólo pretende implicarse en una danza de la comunicación contigo. Identifica y potencia estos intentos de interacción. Cuando le respondas, procura adaptar tu reacción a su estado de ánimo. Si tienes la sensación de que está pidiendo a gritos una acción más intensa, sube un poco el volumen de la música, acompasa más los movimientos y parlotea con él.
Y cuando adviertas que ya ha tenido suficiente estimulación, pisa el freno y respeta su necesidad de relajación. Recuerda que el estado de ánimo de los bebés cambia constantemente mientras intentan alcanzar el equilibrio en su nivel óptimo de excitación. Si lo ayudas a tolerar y disfrutar de una mayor estimulación y luego a tranquilizarse, le enseñaras a regular sus emociones.
¿Cómo puedes saber que tu hijo ya ha tenido suficiente estimulación en un momento determinado? Fíjate en estas señales: nerviosismo, cerrar los ojos, volver la cabeza, evitar tu mirada, fruncir el entrecejo, amodorramiento y por supuesto llorar.
<<¡Socorro! ¡Esto no funciona!>>
Si el niño empieza a agitarse o a llorar durante la sesión, ten en cuenta las sugerencias siguientes:
● Cambia de posición. Cambiar la forma en la que lo sujetas le proporciona una nueva sensación vestibular y una nueva imagen visual. Estas simples novedades pueden ser suficientes para distraerlo. Prueba otras posiciones; algunos bebés pueden ser muy particulares en lo que les gusta y disgusta.
● Un ligero balanceo puede tranquilizarlo.
● Ponte de pie. Algunos niños dejan de llorar si lo tomas en brazos y los arrullas en pie. Es un buen momento para practicar los <<pliés de pie>>.
● Ofrécele ejercicios con un mayor contacto pecho-pecho, caricias o abrazos. Cuando apoyas el pecho de tu hijo contra el tuyo, siente el relajante y familiar latido de tu corazón.
● Ponlo en posición vertical. Sostenerlo con la cabeza erguida suele aliviar el estrés y fomentar la concentración. Como decía Daniel Stern, psiquiatra e investigador infantil, <<poner a un bebé en posición vertical es, para su sistema nervioso, como cambiar de marchas en un automóvil. Se tranquiliza físicamente, pero aumenta su alerta mental en el sentido de mostrarse más abierto a las imágenes y sonidos de su entorno.>>
● Colócalo boca abajo. Algunos pequeñines, y en especial los que sufren cólicos o trastornos gastrointestinales, se sienten más cómodos tumbados boca abajo.
● En caso de que el niño se muestre incómodo boca abajo, intenta lo siguiente:
1. Empuja suavemente en el sacro o la región lumbar. Lo ayudará a arquear la espalda.
2. Dale unos cuantos golpecitos reconfortantes.
Colócalo sobre tu pecho, sobre todo si es muy pequeño, para que disfrute del contacto.
● Prueba con alguno de sus movimientos <<favoritos>>. Entre los más populares se encuentran el <<Rodamiento con una pelota>>,<< Estiramiento de una pierna>>, << El rompecabezas>>,<< Estiramiento lateral de una pierna>> y <<La diosa (El rollo) >>.
● Interrumpe la sesión para alimentarlo y luego reanuda el trabajo.
● Dale un masaje relajante y suave, pero firme. No le hagas cosquillas; puede disgustarlo o distraerlo.
● Sigue las sugerencias de las pp. 92-95 para que los ejercicios sean más divertidos.
● Presta especial atención a las partes más sensibles del cuerpo del bebé, tales como el rostro, las palmas de las manos, las plantas de los pies y el esternón.
La seguridad ante todo
La edad y el desarrollo de tu hijo deben tener un evidente efecto en la forma de trabajar juntos. Si es muy pequeño, deberás tener muy presentes sus habilidades limitadas, especialmente su fuerza muscular inmadura y la falta de control del cuello y la cabeza. No hace falta decir que la seguridad del bebé es primordial. Sujétalo bien para que su cabecita no venza adelante o atrás, o se caiga de tu regazo. Hasta que no muestre un control adecuado del cuello, asegúrate de que la columna está siempre recta. No olvides que la cabeza de tu hijo comprende una parte muy elevada de su peso corporal. Un recién nacido no sabe aún corregir la posición por sí solo y contrarrestar la gravedad si la cabeza no está en la posición correcta. El inputsensorial que necesita para corregirla todavía no se ha desarrollado. Si el niño está sentado, sostenlo con firmeza por el cuello y la espalda colocando las manos en sus axilas y ahuecándolas en la nuca.
Y ahora algunos consejos adicionales:
● Evita mantener su cabeza por debajo del resto del cuerpo durante más de unos breves momentos. Esta posición favorece un flujo excesivo de sangre en la cabeza.
● No hagas movimientos bruscos durante los ejercicios. Tu hijo no es un muñeco de trapo. Muévelo con suavidad mientras lo cambias de posición. La brusquedad desconcierta y asusta a los bebés.
● Sujétalo con firmeza e intenta manejarlo de una forma segura y confiada.
● No lo obligues a ir más allá de lo que es capaz de hacer fácilmente.
● Recuerda que a los recién nacidos les gusta estar cerca del cuerpo de mamá, preferiblemente en contacto con su piel. De este modo pueden olerla, sentir su calor, escuchar los latidos de su corazón y mirarla a la cara. Asimismo, la mayoría de las madres han observado que sujetarlos más cerca de su centro resulta más confortable para el bebé, sobre todo para su postura. Si lo sostienes demasiado lejos de tu cuerpo, someterás su espalda, cuello y hombros a una innecesaria sobrecarga.
Las necesidades de tu bébe cambian
A lo largo de su primer año de vida, tu hijo evoluciona a un ritmo increíblemente rápido hasta una menuda persona capaz de hacer movimientos voluntarios, pasar largos períodos de vigilia y desarrollar una completa habilidad motora. Lógicamente, la edad del niño influirá en la naturaleza de la práctica física contigo. Durante el ejercicio con un bebé, en ocasiones se tiene la impresión de que es un pasajero pasivo mientras que tú acabas agotada. A medida que el estado de alerta del niño va en aumento, se muestra físicamente activo e implicado socialmente, el trabajo será el de un compañero cada vez más dinámico. Si ya es un poco mayorcito, tal vez prefiera explorar el entorno mientras practicas, entreteniéndose él solito en tu íntima y confortable presencia, o por el contrario mostrarse como una pareja formidable.
De recién nacido a tres meses
De recién nacido, tu hijo muestra una innegable predilección por la posición fetal, sus movimientos son incontrolados y bruscos, sólo es capaz de mover la cabeza de lado a lado y no la sostiene por sí solo. Apenas ve a 20-25 cm lo que tiene enfrente, tiene dificultades para seguir la trayectoria de un objeto y duerme la mayor parte del tiempo. No te deprimas pensando que tu trabajo con él es inútil. Recuerda que puede reconocer tu voz, tu rostro y tu olor, y que ya tiene un reflejo que lo anima a volver la cabeza en la dirección de un sonido. Alrededor de los dos meses, tu bebé empezará a deleitarte con su maravillosa sonrisa, y entre los dos y los tres meses, oirás sus primeros gorjeos. Aproximadamente a los tres meses es posible que empiece a estirar y flexionar los brazos y las piernas, que abra la mano y que golpee los objetos a su alcance.
Con un recién nacido tus interacciones serán más sutiles mientras empiezas a conocerlo, y él a ti, a través de un intercambio de contacto visual, expresiones faciales, fragancias, tacto y sonidos. No olvides que estás desempeñando una función esencial: lo sostienes y lo mueves al ritmo de los movimientos de tu cuerpo. Como dijo Stanley Greenspan, tu rol como madre en los primeros meses de vida de tu hijo consiste en <<ayudarlo a mirar, escuchar, empezar a moverse y tranquilizarlo>>. Durante los ejercicios mantén un contacto visual frecuente con el bebé, cuéntale lo que estás haciendo y responde a sus cambios en el estado de ánimo adaptando tus movimientos.
De tres a seis meses
Tu hijo está empezando a establecer una relación mucho más íntima contigo e intenta participar cada vez más en <<conversaciones>> más elaboradas mediante la sonrisa, el gorjeo y los gestos. A los cuatro meses empezará a parlotear contigo y se reirá si siente cosquillas, y a los seis, te dará la sensación de que ya está realmente hablando. Durante este lapso de tiempo, el bebé desarrolla un creciente control del tronco. A los cuatro meses empieza a mostrar signos de control del cuello y la cabeza, y disfruta cuando lo sostienes sentado, a pesar de ser incapaz de sostenerse él solo. A los cinco meses, dotado ya de un mayor tono muscular en el tronco, será capaz de rodar de boca arriba a boca abajo, y a los seis incluso se sostendrá por sí mismo en la posición de sentado aunque sólo sea durante unos vacilantes momentos. Mientras trabajas con un niño de esta edad, no olvides tenerlo la mayor cantidad de tiempo posible sobre tu vientre.
Veamos algunas formas divertidas de implicar a tu bebé:
● Cuando el niño esté boca arriba, abre y cierra suavemente los brazos.
● Con el bebé boca arriba, mueve sus piernas adelante y atrás como si estuviera pedaleando en una bicicleta. Este movimiento fomenta el desarrollo muscular en las piernas, pero no fuerces las extensiones más allá de las caderas o los hombros para evitar dislocaciones en las articulaciones de la cadera. Puedes aplicar los mismos principios de Pilates acerca de la alineación: trabaja siempre dentro de los límites de su estructura corporal.
● Sugiéreles juegos de imitación. Saca la lengua o abre la boca y observa si responde igual. A medida que vaya creciendo puedes complicar un poco más los movimientos, como describir círculos con la cabeza. También puedes imitar algunos de sus gestos y sonidos. Si gorjea, hazlo tú también, y si se lleva la mano a la cara, haz lo mismo. Si se muestra activo participando contigo en este juego de imitación, recompénsalo con mimos, caricias y sonrisas.
● Dale un sonajero.
● Nombra las partes del cuerpo. Cuando el niño descubra o toque una parte de su cuerpo, dile cómo se llama. Asimismo puedes decirle el nombre de las partes del cuerpo que estás utilizando durante los ejercicios.
● Proponle juegos acústicos como <<vamos a poner en marcha el motor>> con los sonidos correspondientes y simulando girar la llave de contacto del coche en su ombligo.
● Con el bebé boca abajo, puedes estimularlo a gatear apoyando sus manos en el suelo con las palmas abiertas. Si presionas sus manos experimentará la dureza del suelo.
De seis a doce meses
En la segunda mitad de su primer año, tu hijo se mostrará mucho mas
interesado en explorar el mundo que lo rodea e intentará tocarlo todo. A medida
que vaya adquiriendo control de su cuerpo y mayor fuerza muscular, deseará practicar
sus nuevas habilidades motoras y afirmar su recién descubierta independencia.
¡Bienvenido sea a tu diablillo superactivo! Alrededor de los ocho meses es
posible que se siente solo, que gatee y alcance objetos con el pulgar y el
índice; a los diez podría <<navegar>> de un lugar a otro, y a los
doce dar sus primeros pasos o estar a punto de hacerlo. Junto con su creciente
autonomía, el vínculo físico y afectivo contigo llega a su punto más álgido, y
aproximadamente a los nueve meses desarrolla ansiedad ante un desconocido.
Socialmente, tu bebé empezará a jugar contigo en lugar de esperar a que le
tires la pelota rodando, y entre los nueve y los doce meses es más que probable
que te sorprenda con su primera palabra.
Veamos algunas formas agradables para estimular la
participación activa de tu bebé ya no tan pequeño:
● Realiza ejercicios delante de un espejo para que el
niño pueda ver su imagen y la tuya.
● Entre sus ejercicios predilectos estarán los siguientes:
<<Rodar con una pelota>>, <<Estiramiento de una
pierna>>, <<Plies de
pie>>, <<El rompecabezas>>, <<Estiramiento lateral de
una pierna>> y <<La diosa>> (El rollo)>>. Durante la Serie de Estómago, puedes
añadir los <<vuelos>>, sosteniéndolo en el aire con los brazos
extendidos.
● Incorpora juguetes a la sesión de ejercicio.
Ahora a tu hijo le encanta explorar diferentes objetos.
● Implícalo en el <<juego de los nombres>>
de objetos, personas o actividades que llamen su atención.
La clave es divertirse. Si tu bebé no parece
reaccionar con placer a un juego o interacción, querrá decir simplemente que
todavía no está preparado para ello y que debe madurar un poco más. No se lo
impongas. Con frecuencia, basta esperar algunos días o semanas.
¡¡¡¡ ANIMO A PRACTICAR ¡¡¡¡
Saludos Eva
M.S.
Especial
reconocimiento y un gracias a mis molel@s y alumnos:
Elena y
Marcos.Esther y
Gonzalo.Nereida y
Pablo.
Vanesa y
Aitor.
Nota: Si
estas interesad@ en practicar Pilates con tu bebe en clases colectivas de 3 a 4 bebes por grupo ponte en
contacto con nosotros através de evamolinasanchez@hotmail.com
y te informaremos.
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